Ni siquiera el sonido pudo apartar nuestra mirada, ni las voces ni el miedo que sentí segundos antes.
Creo en ti, en tu mirada, en los recuerdos que no he vivido y necesito vivir; en cada palabra que salga de tu boca y sin razón creo en ti.
Siento como mi vista se nubla - necesito parpadear - pienso; pero tú aguantas firme y de un momento a otro yo caigo al suelo. Te veo correr hacia mí y te veo aún más cerca. Siento tus brazos en mi espalda, un susurro sale de tu voz, ahora estoy a salvo.
Me siento atada a ti, tu destino se interpuso en mi camino y no voy a dejarlo marchar.
Ahora estoy tranquila, aquí fuera encuentro paz; gracias a la luz de una farola te miro de cerca y veo tu cara perfecta; no sé si lo es, pero si para mi.
No siento miedo; siento calor en mi estómago, mi piel está erizada, el frío se apodera de mis piernas descubiertas por el vestido.
-Tu ceja está sangrando. - Es lo único audible en el hilo de voz que sale de mi garganta; los nervios de consumen.
-Tú estás muerta de frío. - Tu voz penetra en mi mente y hace que el frío desaparezca.
-Gracias por salvarme. - Al fin digo algo con sentido.
-Ha sido un placer.- Su sonrisa me derrumba. Soy débil. Me avergüenzo de ello pero no me importa si él es la razón.
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